potencial humano y espiritual. El autor dice que es por la práctica que el cristiano llega a tener los sentidos entrenados para discernir entre el bien y el mal (v. 14). Las más importantes lecciones en la vida cristiana no se aprenden en un salón de clase, ni por escuchar conferencias o sermones, ni por leer literatura cristiana. Hay que aplicar los principios que así se aprenden a la vida diaria, a las decisiones cotidianas. El progreso del evangelio en una congregación o en una comunidad no se
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